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Homenaje a Violeta Parra, este domingo, en la Casa de la Cultura

Estará a cargo de Sol Penelas y Wilson Saliwonczyk. Tributo a una de las principales folkloristas latinoamericanas.

Este domingo se presentará en nuestra ciudad un espectáculo dedicado a Violeta Parra. "Arriba quemando el sol", tal como se denomina el espectáculo que se realizará a las 20 en la Casa de la Cultura, Belgrano 38 de nuestra ciudad con el apoyo de Colectivo Las Violetas y Casa Viva Hotel Boutique, estará a cargo de la guitarra y el cuatro venezolano de Sol Penelas y Wilson Saliwonczyk.
Sol Penelas está vinculada al arte autogestivo y como estandarte, con una clara impronta signada por
Violeta Parra, y la herencia del canto urgente, participa del espectáculo Poemario Transpirado desde sus inicios (7ma temporada) , organiza y participa de los ciclos " canciones expropiadas ", " me cuento en lo que canto", y " Peña La Barricada ".
Vale destacar que acaba te terminar una larga gira por Sudamérica cantando  a Violeta Parra.
Por su parte, Wilson Saliwonczyk (www.wilsonelpayador.com.ar) es un payador rioplatense nacido en Los Toldos, en 1975. Autor de canciones, poema, artículos e improvisaciones, recorre habitualmente con sus conciertos más de 20 países de América, África y Europa.
Como parte de su itinerario artístico vale mencionar que es payador en Canal 9 “Fiestas Argentinas”, integra el staff del programa “Conectados” por Radio Continental y “Tarragó Ros y la Noche” por Radio Rivadavia. Participa en Canal Encuentro en el ciclo ¿Dónde está Fierro?, escribe artículos para publicaciones de Argentina, Brasil, Chile, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia, País Vasco,
Uruguay, etc.
Es docente de talleres y espectáculos para niños en más de 20 países, a la vez que se debe resaltar que el manual escolar Estrada de 1° año, en Argentina, viene con textos de Wilson Saliwonczyk. Además Canal Encuentro emitirá en su Franja Joven una serie de especiales sobre Martin Fierro con su participación.
Ha musicalizado y grabado una versión integral de la obra Martín Fierro www.elmartinfierro.es.tl y fue enviado por Cancillería a presentarlo en el marco de la  Feria del Libro de Frankfurt en 2010 donde Argentina fue invitada de honor.
Ha sido invitado a brindar charlas y actuaciones en casas de altos estudios de los siguientes países:
España: Universidad Complutense de Madrid (2009), Universidad de Almería(2005) y Universidad de Valladolid (2005. 2006 y 2008).
Brasil: Universidad de San Pablo (2008).
Chile: Universidad de las Américas (2010), Universidad Arcis (2010), Universidad de Santiago (2010) y Universidad de Chile (2014 y 2015).
Italia: Universidad de Siena (2008).
País Vasco: Universidad de San Sebastián(2010).
Perú: Universidad de San Marcos(2006), Universidad Villareal (2006) y Universidad Católica(2006).
Venezuela:Universidad Simón Bolívar(2006).
Portugal: Universidad de Évora(2005).
Argentina: Universidad del CEMA (2014).


SOBRE VIOLETA PARRA

Violeta del Carmen Parra Sandoval (San Fabián de Alico o San Carlos, 4 de octubre de 1917-Santiago, 5 de febrero de 1967) fue una cantautora, pintora, escultora, bordadora y ceramista chilena, considerada una de las principales folcloristas en América y gran divulgadora de la música popular de su país, a la que enriqueció con su obra. Es miembro de la prolífica familia Parra.
El aporte de Violeta Parra al quehacer artístico y musical chileno se considera de gran valor y trascendencia. Su trabajo sirvió de inspiración a varios artistas posteriores, quienes continuaron con su tarea de rescate de la música del campo chileno y las manifestaciones constituyentes del folclore de Chile y América Latina. Sus canciones han sido versionadas por diversos artistas, tanto chilenos como extranjeros.
En conmemoración de su natalicio, el 4 de octubre fue elegido el «Día de la música y de los músicos chilenos».

Los primeros años

Existe controversia sobre su lugar de nacimiento. La Municipalidad de San Carlos afirma —en su sitio oficial y un cartel a la entrada de la ciudad— ser «la cuna de Violeta Parra»2 y la casa ubicada en la calle El Roble #531-535 fue declarada monumento histórico en 1992 porque supuestamente allí nació la cantante.6 En cambio, la familia de Violeta Parra no ratifica este dato y en el sitio de la Fundación Violeta Parra se afirma que la folclorista nació en San Fabián de Alico, localidad ubicada al interior de San Carlos.1 Sin embargo, Isabel Parra, presidenta de la institución en honor a su madre, apoyó en 2013 la casa de San Carlos al afirmar que ella «será una sucursal de la fundación en el sur».
Su infancia transcurrió principalmente en el campo. Entre 1919 y 1921, la familia residió en Santiago, pero regresó ese mismo año al sur, a Lautaro; después se trasladó a Chillán y finalmente se instaló en Villa Alegre.
Su madre se afanaba sobre la máquina de coser para cooperar a la mantención de la numerosa familia. Violeta sufría continuamente de enfermedades, incluyendo un ataque de viruela a los tres años. Mientras mejoraba, se divertía junto a sus hermanos en las aguas del vecino río Ñuble y en los aserraderos y barracas del sector.
Los niños revelaron precozmente su inclinación al espectáculo. Imitaban a los artistas de los circos que se instalaban en las proximidades del hogar. Se disfrazaban con atuendos de papel; Violeta y su hermano Lalo, cantaban a dúo y montaron varias representaciones por las que cobraban entradas a los niños. Violeta empezó a tocar la guitarra a los 9 años, mientras que a los 12 compuso sus primeras canciones.
Realizó los cursos primarios y estuvo un año en la escuela normal, que abandonó para trabajar en el campo y ayudar a su familia debido a que su padre enfermó gravemente. Los hijos de la familia lucharon por sobrevivir saliendo a cantar en restaurantes, posadas, circos, trenes, campos, pueblos, calles e incluso burdeles.

Llegada a Santiago

Los problemas económicos se agravaron cuando el padre falleció en 1931 y, al año siguiente, Violeta se fue a vivir a Santiago invitada por su hermano Nicanor, que estudiaba allí. Retomó los estudios en la Escuela Normal de Niñas, donde no se sintió a gusto, porque era el canto y no la escuela lo que le interesaba. Por eso, la dejó y comenzó a cantar en bares, quintas de recreo y pequeñas salas de barrio junto con su hermana Hilda, en un dúo de música folclórica llamado Las Hermanas Parra, con lo que tenía una fuente de ingresos.
En 1935 su madre y hermanos llegaron a Santiago y juntos se instalaron en la comuna de Quinta Normal. En 1937 Violeta inició su carrera artística en el restaurante El Popular de Avenida Matucana #1080 —interpretando boleros, corridos, cuecas, rancheras y tonadas junto con sus hermanos Clara, Eduardo, Hilda y Roberto—; luego también en El Tordo Azul, ubicado enfrente. En ambos conoció a Luis Cereceda, empleado ferroviario de la Estación Yungay, con quien se casó un año después y tuvo dos hijos: Ángel e Isabel, quienes se convirtieron en destacados músicos y adoptaron el apellido materno al ingresar en el ambiente artístico. El matrimonio —que vivió en Llay-Llay, Valparaíso y Quinta Normal—, no tardó en presentar inconvenientes, dado el carácter inquieto y lleno de distracciones de Violeta —cantaba en botes del puerto, se presentaba en radios y se había unido a un grupo de teatro—, que no se acomodaban al ideal convencional de esposa. Se separaron en 1948, pero antes, Cereceda, que militaba en el Partido Comunista, iniciaba a Violeta en la actividad política y ambos participaron ayudando en la campaña presidencial de Gabriel González Videla (1946).
En 1949, nació su hija Carmen Luisa Arce Parra y ese mismo año contrajo matrimonio con el padre de la niña, Luis Arce. En 1952, nació su hija Rosita Clara, quien falleció dos años después. En la misma época, editó sus primeros discos junto con su hermana Hilda, para el sello RCA Victor. Se trataba de grabaciones en formato single de canciones populares chilenas, como «El Caleuche», «La cueca del payaso» y «La viudita». El dúo funcionó de manera constante hasta 1953.
A principios de la década de 1950, comenzó su extensa labor de recopilación de tradiciones musicales en diversos barrios de Santiago y por todo el país. En estas andanzas, conoció a diversos poetas, incluyendo a Pablo Neruda y Pablo de Rokha. Su hermano Nicanor la estimuló a asumir con personalidad propia la defensa de la auténtica música chilena, en contra de los estereotipos que hasta ese momento se manejaban. Es así como su repertorio —hasta entonces basado en boleros, cantos españoles, corridos mexicanos y valses peruanos— pasa a las canciones más tradicionales del campo chileno, que le permiten descubrir los valores de la identidad nacional como ningún otro artista lo había hecho antes.
Esta labor de recopilación está plasmada en más de tres mil canciones, reunidas en el libro Cantos folclóricos chilenos y sus primeros discos en solitario, editados por EMI Odeon.

Los primeros viajes

En 1953, grabó los exitosos sencillos «Casamiento de negros» y «Qué pena siente el alma», que se convirtieron en dos de sus canciones más conocidas. Al año siguiente, mantuvo en la Radio Chilena el programa Canta Violeta Parra, y ganó el Premio Caupolicán a la folclorista del año, lo que le valió una invitación para presentarse en un festival juvenil en Varsovia, Polonia. Aprovechó este viaje para recorrer la Unión Soviética y partes de Europa. Fue particularmente provechosa su estancia en París, ya que allí grabó sus primeros larga duración (Guitare et chant: chants et danses du Chili, editado en 1956, y una serie de canciones grabadas que se editarían en diversas compilaciones posteriormente), que incluían exclusivamente canciones recopiladas del folclore chileno. El éxito obtenido en Europa era inédito para cualquier artista chileno, y Violeta se llenó de inspiración y creatividad. Fue en París donde se enteró de la muerte de su hija Rosita Clara.
Regresó a Chile en 1957 y en noviembre se fue con sus hijos Carmen Luisa y Ángel a Concepción, contratada por la universidad penquista. Allí fundó, al año siguiente, el Museo Nacional del Arte Folklórico y posteriormente regresó a Santiago.
Cuatro discos suyos aparecieron en ese periodo —Canto y guitarra (1957), Acompañada de guitarra (1958), La tonada y La cueca (los dos últimos de 1959)— bajo la etiqueta de EMI Odeon, con varias de sus primeras composiciones. Acá asomaba la cantante preocupada de temas sociales («Yo canto a la diferencia»), la brillante constructora de décimas y composiciones poéticas («Verso por desengaño») y la musicalizadora de poemas («Cueca larga de los Meneses», de su hermano Nicanor). Los discos se grabaron con el mínimo acompañamiento de una guitarra de madera, y en la actualidad se encuentran descontinuados, al igual que su álbum editado en Argentina —donde se censuró su polémica canción social «Por qué los pobres no tienen»— y el álbum Toda Violeta Parra (1960).
Además, su actividad artística se diversificó: trabajó en cerámicas, pinturas al óleo y arpilleras. Trabajó un tiempo en un museo de arte popular y folclórico que ella misma fomentó a crear en la Universidad de Concepción y luego viajó por casi todo Chile, ofreciendo cursos de folclore y recitales.



Estadía en París

En 1961 Violeta viajó a Argentina, donde vivió en General Pico y Buenos Aires y en junio se reunió en esta última ciudad con sus hijos Ángel e Isabel y su nieta Tita para embarcarse rumbo a Helsinki (Finlandia) para participar en el VIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Después, recorrió la Unión Soviética, Alemania, Italia y Francia, donde se instaló en París. Allí cantó en el Barrio Latino y dio recitales en Teatro de las Naciones de la Unesco, actuó en radio y televisión junto con sus hijos, bordó arpilleras e hizo esculturas en alambre.
Además de lanzar al mundo del disco a sus hijos Ángel e Isabel, con el mote de Los Parra de Chile, continuó sus grabaciones con el LP Recordando a Chile, también conocido como Una chilena en París, que incluyó dos canciones compuestas y cantadas en francés, así como también otros temas muy importantes de su carrera, como «Paloma ausente» y «Arriba quemando el sol»; asimismo, en 1962 grabó para el sello Arión una serie de canciones editadas en diversas recopilaciones posteriores. Fue una etapa de gran nostalgia, tal como lo atestiguan canciones tan sentidas como «Violeta ausente».
En 1964, logró una marca histórica al convertirse en la primera latinoamericana en exponer individualmente en el Museo del Louvre. También escribió el libro Poesía popular de Los Andes, y la televisión suiza filmó el documental Violeta Parra, bordadora chilena, En este periodo, forjó una firme relación con el antropólogo y musicólogo suizo Gilbert Favre, el gran amor de su vida —con el que vivió en Ginebra, compartiendo su tiempo entre Francia y Suiza—, y destinatario de sus más importantes composiciones de amor y desamor: «Corazón maldito», «El gavilán, gavilán», «Qué he sacado con quererte», entre muchas otras.
En esta época, surgieron sus textos más combativos: canciones como «Miren cómo sonríen», «Qué dirá el Santo Padre», «Arauco tiene una pena» y «Según el favor del viento» formaron la base de la corriente musical conocida como la Nueva Canción Chilena. Las canciones fueron recogidas en las numerosas ediciones de Canciones reencontradas en París.

El final

En junio de 1965, Violeta regresó a Chile. A fines de ese año, en la esquina de avenida La Cañada con Toro Zambrano en la comuna de La Reina, instaló una gran carpa con el plan de convertirla en un importante centro de cultura folclórica, junto con sus hijos Ángel e Isabel y los folcloristas Rolando Alarcón, Víctor Jara y Patricio Manns, entre otros. Pese a su sueño de convertir la carpa en un referente para la cultura de Chile, la respuesta no fue muy motivadora y el público no la apoyó.
La indiferencia del público chileno fue uno de los factores que desencadenó su muerte. El final de su relación con Gilbert Favre, quien se marchó a Bolivia en 1966, originó una de sus canciones más conocidas, «Run Run se fue pa'l norte», y la dejó en un estado de ánimo muy vulnerable. Lo fue a ver a Bolivia y lo encontró casado —un mito urbano atribuyó la depresión de Violeta a un amor no correspondido por el cantante Pedro Messone, algo que él mismo ha desmentido haciendo notar la gran diferencia de edad de ambos; esta relación entre ambos habría sido hecha pública por la misma cantautora al declarar en una radio que había tenido un «hermoso idilio con él durante una gira al sur»; sin embargo, habría sido el músico uruguayo Alberto Zapicán y no Messone su última pasión—.
Lanzado en 1966 y grabado junto con sus hijos y Alberto Zapicán, el disco Las últimas composiciones incluye sus himnos humanitarios «Gracias a la vida» y «Volver a los 17», además de otras canciones importantes y conocidas, como «El rin del angelito», «Pupila de águila», «Cantores que reflexionan» y «El Albertío». «Gracias a la vida» ha sido interpretada por artistas como Mercedes Sosa, Raphael y Pedro Vargas —en 1977, las autoridades de TVN prohibieron su triunfo en el programa La canción de todos los tiempos, en el que la interpretó Gloria Simonetti—, y «Volver a los 17», por Joan Manuel Serrat, Milton Nascimento, Franco Simone y muchos otros.
Tras intentos fallidos, Violeta Parra se suicidó a los 49 años en su carpa de La Reina a las 17:40 del 5 de febrero de 1967. Una capilla ardiente se levantó en su carpa y su funeral se llevó a cabo dos días más tarde, cuando fue enterrada en un nicho de la galería 31 del Cementerio General de Santiago.
Mientras que para muchos resulta paradójico que la autora de «Gracias a la vida», un himno a la existencia, se suicidara un año después de escribirla, otros críticos de su obra[cita requerida] perciben en la letra, en el estilo de musicalización, en los tonos usados y en la monotonía de sus temas el reflejo de un estado de ánimo depresivo y una canción de despedida.

Legado musical

Violeta Parra dejó una gran cantidad de música inédita, que se ha ido conociendo después de su muerte. Sus Décimas autobiográficas (ya editadas en libro), que habían sido grabadas con voz de Violeta, fueron recopiladas en un Long Play editado por Alerce en 1976 (después ampliadas en Décimas y centésimas); Warner Music Chile sacó en 1999 el concierto que dio en Ginebra (Violeta Parra en Ginebra) y sus peculiares Composiciones para guitarra.
Además del gran legado de sus propias grabaciones, Violeta Parra ha sido versionada por una innumerable cantidad de músicos chilenos, entre los que se cuentan Víctor Jara, Quilapayún, Illapu, Patricio Manns, Los Jaivas, Inti Illimani, (que, además de diversas grabaciones individuales de canciones de Violeta, ejecutó la obra de Luis Advis Canto para una semilla, musicalización de las Décimas autobiográficas). Un tributo rock producido por Álvaro Henríquez con la participación de artistas como Los Bunkers, Pettinellis, Lucybell, Javiera Parra (su nieta), Chancho en Piedra y Juanita Parra (baterista de Los Jaivas) que vio la luz en 2001 con el título de Después de vivir un siglo. Incluso baladistas populares como Myriam Hernández, Gloria Simonetti y Luis Jara han incorporado la música de Violeta en sus repertorios.
Un aporte importante a la música es el rescate de la tradición musical chilena por parte de Violeta: el canto a lo divino («El rin del angelito», «Verso por una niña muerta», por ejemplo), el lamento mapuche («Qué he sacado con quererte»), sus canciones nortinas, sin dejar de lado su gran sensibilidad social, como en «Mazúrquica modérnica», «Rodríguez y Recabarren» y «La carta», entre otras.
Cabe destacar en el legado musical de Violeta sus interesantes composiciones instrumentales para guitarra, donde conjuga folclorismo y modernidad.

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