"El reírse a conciencia con propósito e intención, unos minutos al día, en principio incorpora un hábito y una disponibilidad hacia las emociones positivas”, destacó Silvana Tomicic.
De la mano de su creadora, la actriz y mimo Silvana Tomicic, todos los jueves desde las 20 en la sede de ALPI Junín, Pellegrini 279, se realizan los talleres de la risa.
Silvana destacó que “el taller de la risa, es un espacio destinado a personas que valoran el optimismo en tiempos de crisis y que quieran vencer ese lugar tan temido que es el miedo al ridículo, encontrándonos semanalmente, generando un circuito donde se generan empatías positivas y se liberan endorfinas (hormonas del placer), liberando al niño interior, socializando la esperanza y el optimismo, intentando que lo logrado en cada encuentro sea distribuido en el diario vivir”.
Con una destacada y vasta trayectoria, Silvana es actriz, mimo, clown, estatuista, zanquista, profesora de artes visuales y de teatro, maga y en lo terapéutico realizó conducción de grupo con Inés Moreno y psicodrama social. Tomó clases de la risa con la humorista Lili Pecora.
“El reírse a conciencia con propósito e intención, unos minutos al día, en principio incorpora un hábito y una disponibilidad hacia las emociones positivas, y un natural rechazo hacia las emociones negativas. Creando como un halo de protección para poder decidir que emoción, pensamiento o sensación quiero despertar”, destacó.
Dejó en claro Silvana que “hay distintos niveles de risa, ya que el reírse también es una herencia cultural. Las hay mas tímidas, contagiosas, risas de cumplido, nerviosa, algunas risas que parecen falsas y hay personas que se divierten mucho pero uno no se entera. Es muy interesante conocer con qué necesidad la gente llega al taller, y las motivaciones son muy variadas y a la vez tienen mucho en común: depresión, recomendación médica, fobias, soledad, por que perdieron la risa etc. y sucede algo sorprendente: aquella persona que vino con alguna necesidad es la que motiva más al grupo a reír. Reírse de uno mismo es un gran acto de madurez, de exponer nuestra vulnerabilidad y socializarla, habla de la capacidad de ser flexible. Podemos reírnos de todo aquello a lo que le podemos poner palabra. Ya que la risa es una herramienta positiva de adaptación al medio. Nos podemos reír de nuestros defectos, de enfermedades, de vicios, de la muerte, de la religión, es increíble que en lugares tan dolorosos como es un velorio (parte social de la muerte), se escuchen los mejores chistes. Esto explica que ante el dolor es también un mecanismo de defensa adaptativo. Como responsable del juego, comienzo ejercitando la risa de mi misma para crear confianza en el grupo y animo a continuar”. “A modo de metáfora -destacó Silvana- seria genial incorporar como altos parlantes en distintos puntos de la ciudad, donde la gente mientras espera haciendo largas colas en espacios públicos, espere escuchando chistes. Sin dudas disminuir el nivel de la queja, que es una energía tan gastada sin resolución. En un pueblito muy pequeño en Italia, los vecinos a cierta hora de la tarde, los días jueves se reúnen solo a reírse sesenta minutos y luego vuelven a su cotidianeidad más energizados. Tengo ganas de presentar un proyecto a Cultura para que pueda llevar el taller a los barrios, para que los vecinos puedan optimizar sus convivencias cotidianas”, anticipó.
De la mano de su creadora, la actriz y mimo Silvana Tomicic, todos los jueves desde las 20 en la sede de ALPI Junín, Pellegrini 279, se realizan los talleres de la risa.
Silvana destacó que “el taller de la risa, es un espacio destinado a personas que valoran el optimismo en tiempos de crisis y que quieran vencer ese lugar tan temido que es el miedo al ridículo, encontrándonos semanalmente, generando un circuito donde se generan empatías positivas y se liberan endorfinas (hormonas del placer), liberando al niño interior, socializando la esperanza y el optimismo, intentando que lo logrado en cada encuentro sea distribuido en el diario vivir”.
Con una destacada y vasta trayectoria, Silvana es actriz, mimo, clown, estatuista, zanquista, profesora de artes visuales y de teatro, maga y en lo terapéutico realizó conducción de grupo con Inés Moreno y psicodrama social. Tomó clases de la risa con la humorista Lili Pecora.
“El reírse a conciencia con propósito e intención, unos minutos al día, en principio incorpora un hábito y una disponibilidad hacia las emociones positivas, y un natural rechazo hacia las emociones negativas. Creando como un halo de protección para poder decidir que emoción, pensamiento o sensación quiero despertar”, destacó.
Dejó en claro Silvana que “hay distintos niveles de risa, ya que el reírse también es una herencia cultural. Las hay mas tímidas, contagiosas, risas de cumplido, nerviosa, algunas risas que parecen falsas y hay personas que se divierten mucho pero uno no se entera. Es muy interesante conocer con qué necesidad la gente llega al taller, y las motivaciones son muy variadas y a la vez tienen mucho en común: depresión, recomendación médica, fobias, soledad, por que perdieron la risa etc. y sucede algo sorprendente: aquella persona que vino con alguna necesidad es la que motiva más al grupo a reír. Reírse de uno mismo es un gran acto de madurez, de exponer nuestra vulnerabilidad y socializarla, habla de la capacidad de ser flexible. Podemos reírnos de todo aquello a lo que le podemos poner palabra. Ya que la risa es una herramienta positiva de adaptación al medio. Nos podemos reír de nuestros defectos, de enfermedades, de vicios, de la muerte, de la religión, es increíble que en lugares tan dolorosos como es un velorio (parte social de la muerte), se escuchen los mejores chistes. Esto explica que ante el dolor es también un mecanismo de defensa adaptativo. Como responsable del juego, comienzo ejercitando la risa de mi misma para crear confianza en el grupo y animo a continuar”. “A modo de metáfora -destacó Silvana- seria genial incorporar como altos parlantes en distintos puntos de la ciudad, donde la gente mientras espera haciendo largas colas en espacios públicos, espere escuchando chistes. Sin dudas disminuir el nivel de la queja, que es una energía tan gastada sin resolución. En un pueblito muy pequeño en Italia, los vecinos a cierta hora de la tarde, los días jueves se reúnen solo a reírse sesenta minutos y luego vuelven a su cotidianeidad más energizados. Tengo ganas de presentar un proyecto a Cultura para que pueda llevar el taller a los barrios, para que los vecinos puedan optimizar sus convivencias cotidianas”, anticipó.