Por el ingeniero Alejandro Borchex
Representante por Junín en el Comité Asesor de la subregión A4
Delegado en Junín de la Sociedad Rural Argentina
Todo indica que los niveles de nuestras lagunas se encuentran en el pico de la crecida ocasionado por las precipitaciones que desde hace siete meses han descargado en el sistema Las Horquetas y Río Salado (El Chañar).
Esta situación de cierta tranquilidad –esperemos que las próximas lluvias no cambien el panorama- nos invita a reflexionar sobre lo sucedido con las obras ejecutadas en el corredor Villegas-Carpincho.
Lo primero que surge es lo auspicioso y gratificante que resulta dispone de la cantidad y magnitud de obras (680 millones de dólares de costo en total) comprendidas en: terraplenes, obras de cierre (compuertas), canales, puentes y otros.
Toda esta infraestructura permite la regulación y el manejo del recurso hídrico, mitigando sus efectos negativos y aportando mejores condiciones para la habitabilidad y la producción agropecuaria.
El otro aspecto que se considera igual o más importante que las obras, es el institucional u organizativo que merece una calificación contraria a la expresada anteriormente.
El Comité de Cuenca, que tiene a su cargo el manejo total del agua estuvo cuatro años sin reunirse y sin actuar sobre los aspectos más relevantes del tema como ser: control de la red de drenaje, canales clandestinos, seguimiento (vía instrumental) de la situación hídrica en los distintos ambientes, nombramiento de personal para el acondicionamiento de las compuertas, revisión del estado de las obras y otros.
Lo dicho configura un cuadro de ausencia en la operación y mantenimiento del sistema.
Frente a eso –importantes obras ejecutadas ya en 2006- solo cabe inferir que se trata de un caso más de “falta de interés político” en el tema.
Hacemos votos para que ésta situación cambie a la brevedad (habría una renovación en la presidencia del Comité de Cuenca). Un aspecto de índole técnica y de gran trascendencia para el sistema es el análisis de los ingresos que recibe el reservorio de Mar Chiquita que es el regulador de las crecidas.
En la opinión de quien escribe, las obras del Salado, como están en la actualidad resultan demasiado “abiertas” a los escurrimientos. Entendiendo por esto, que no hay limitaciones a los ingresos que superen las condiciones de proyecto. Como toda obra de ingeniería, los parámetros de diseño condicionan sus dimensiones y en caso de ser éstos superados, las obras, funcionan inadecuadamente o bien colapsan.
En el tema de marras, el proyecto hidráulico se basa en el caudal de agua correspondiente a una recurrencia de diez años tomando un número muy grande de tiempo.
Como consecuencia de esta situación en donde los ingresos de agua superiores al de diseño entran sin restricción a laguna Mar Chiquita y consecuentemente a Laguna de Gómez y Carpincho, el resultado para estos eventos es: la liberación de los excedentes aguas arriba (Cañada de las Horquetas y el Chañar) se logra a expensas de nuestros embalses inundando, según el caso, miles de hectáreas.
A esta altura surge la pregunta ¿es posible otro manejo? , ¿Con qué elementos o herramientas?. La respuesta la encontramos repasando “el génesis” del proyecto del Plan Maestro del Río Salado en donde, en su estudio de factibilidad la consultora Halcrow (pág 73 de su informe) enuncia: “El excedente de eventos hídricos que superen la recurrencia de diseño de las obras de conducción (canales) será almacenado en los campos y no conducido aguas abajo. Completando el análisis resta definir qué haremos con dichos anegamientos en los campos de aguas arriba...esperar a que se restituyan las condiciones del embalse (baja de niveles) para permitir su paso. El manejo de ésta situación (interrupción temporaria del funcionamiento de uno o más canales) se logra mediante obras de control de niveles que a lo largo de la conducción accionan compuertas (llamadas de sector tipo escudo).
Para el canal de las Horquetas fueron previstas ocho con su correspondiente ubicación.
Entendemos que la trascendencia del tema (ejecutar éstas obras), requiere del involucramiento no solo de la subregión A1 (Villegas-Junín) sino del conjunto de los integrantes del corredor del Salado hasta llegar a su desembocadura (canal 15 próximo a San Borombón). De esta manera nos ajustaríamos al precepto que debe guiar el desarrollo de los temas hídricos: lograr consensos sobre la base de la solidaridad de todos los integrantes. Sea éste aporte una semilla que pueda germinar lo antes posible.
Representante por Junín en el Comité Asesor de la subregión A4
Delegado en Junín de la Sociedad Rural Argentina
Todo indica que los niveles de nuestras lagunas se encuentran en el pico de la crecida ocasionado por las precipitaciones que desde hace siete meses han descargado en el sistema Las Horquetas y Río Salado (El Chañar).
Esta situación de cierta tranquilidad –esperemos que las próximas lluvias no cambien el panorama- nos invita a reflexionar sobre lo sucedido con las obras ejecutadas en el corredor Villegas-Carpincho.
Lo primero que surge es lo auspicioso y gratificante que resulta dispone de la cantidad y magnitud de obras (680 millones de dólares de costo en total) comprendidas en: terraplenes, obras de cierre (compuertas), canales, puentes y otros.
Toda esta infraestructura permite la regulación y el manejo del recurso hídrico, mitigando sus efectos negativos y aportando mejores condiciones para la habitabilidad y la producción agropecuaria.
El otro aspecto que se considera igual o más importante que las obras, es el institucional u organizativo que merece una calificación contraria a la expresada anteriormente.
El Comité de Cuenca, que tiene a su cargo el manejo total del agua estuvo cuatro años sin reunirse y sin actuar sobre los aspectos más relevantes del tema como ser: control de la red de drenaje, canales clandestinos, seguimiento (vía instrumental) de la situación hídrica en los distintos ambientes, nombramiento de personal para el acondicionamiento de las compuertas, revisión del estado de las obras y otros.
Lo dicho configura un cuadro de ausencia en la operación y mantenimiento del sistema.
Frente a eso –importantes obras ejecutadas ya en 2006- solo cabe inferir que se trata de un caso más de “falta de interés político” en el tema.
Hacemos votos para que ésta situación cambie a la brevedad (habría una renovación en la presidencia del Comité de Cuenca). Un aspecto de índole técnica y de gran trascendencia para el sistema es el análisis de los ingresos que recibe el reservorio de Mar Chiquita que es el regulador de las crecidas.
En la opinión de quien escribe, las obras del Salado, como están en la actualidad resultan demasiado “abiertas” a los escurrimientos. Entendiendo por esto, que no hay limitaciones a los ingresos que superen las condiciones de proyecto. Como toda obra de ingeniería, los parámetros de diseño condicionan sus dimensiones y en caso de ser éstos superados, las obras, funcionan inadecuadamente o bien colapsan.
En el tema de marras, el proyecto hidráulico se basa en el caudal de agua correspondiente a una recurrencia de diez años tomando un número muy grande de tiempo.
Como consecuencia de esta situación en donde los ingresos de agua superiores al de diseño entran sin restricción a laguna Mar Chiquita y consecuentemente a Laguna de Gómez y Carpincho, el resultado para estos eventos es: la liberación de los excedentes aguas arriba (Cañada de las Horquetas y el Chañar) se logra a expensas de nuestros embalses inundando, según el caso, miles de hectáreas.
A esta altura surge la pregunta ¿es posible otro manejo? , ¿Con qué elementos o herramientas?. La respuesta la encontramos repasando “el génesis” del proyecto del Plan Maestro del Río Salado en donde, en su estudio de factibilidad la consultora Halcrow (pág 73 de su informe) enuncia: “El excedente de eventos hídricos que superen la recurrencia de diseño de las obras de conducción (canales) será almacenado en los campos y no conducido aguas abajo. Completando el análisis resta definir qué haremos con dichos anegamientos en los campos de aguas arriba...esperar a que se restituyan las condiciones del embalse (baja de niveles) para permitir su paso. El manejo de ésta situación (interrupción temporaria del funcionamiento de uno o más canales) se logra mediante obras de control de niveles que a lo largo de la conducción accionan compuertas (llamadas de sector tipo escudo).
Para el canal de las Horquetas fueron previstas ocho con su correspondiente ubicación.
Entendemos que la trascendencia del tema (ejecutar éstas obras), requiere del involucramiento no solo de la subregión A1 (Villegas-Junín) sino del conjunto de los integrantes del corredor del Salado hasta llegar a su desembocadura (canal 15 próximo a San Borombón). De esta manera nos ajustaríamos al precepto que debe guiar el desarrollo de los temas hídricos: lograr consensos sobre la base de la solidaridad de todos los integrantes. Sea éste aporte una semilla que pueda germinar lo antes posible.