Escribe: Mary I.L. Mitchell
Frente a los distintos factores que interaccionan en el tejido social - hoy notoriamente dañado por la inseguridad y la violencia delictiva, se habla muy poco - salvo honrosas excepciones - de la insalubridad instalada en nuestra comunidad por la venta de alcohol , drogas, y nocturnidad a menores de dieciocho años de edad bajo la apariencia de componentes necesarios de distracción para esa etapa de la adolescencia a la que ingresan con la ilusión incontaminada y desprevenida que los hace fáciles de atraer. Y seguros de retener en el tiempo, por el sometimiento al consumo que las adicciones instalan en la persona humana.
Los intereses económicos que las comercializan han pretendido justificar la oferta presentándola engañosamente como “costumbre” social, desmentida por el ordenamiento legal que exige para darle vigencia, que la costumbre tenga causa legitima. La venta de alcohol, droga y nocturnidad a menores de dieciocho años de edad esta expresamente prohibida por las leyes vigentes. Es ilícita: como tal, no puede ser causa de derechos comerciales.
Esta incultura de noche y consumos nocivos por menores de edad- dentro de la cual son victimas y victimarios de las violencias más cruentas e impredecibles- es necesario revertir a la hora de hablar de “inseguridad” en todos los frentes.
Porque a tan corta edad, encuentran encubiertamente abierto el camino a las adicciones a través de negocios asentados sobre esos consumos. Y diversión nocturna en horarios salidos de todo razonamiento y sentido común que los legitime, incluido el incumplimiento de la normativa legal que pone la responsabilidad de los controles preventivos sobre los gobiernos municipal, provincial, y nacional.
De todo esto no solo es necesario hablar (que no deja de ser bueno),- sino que es imprescindible hacer cumplir las leyes nacionales, provinciales y Ordenanzas municipales para prevenir la inseguridad,- y proteger la salud publica de nuestra comunidad. O reformar las normas que la perjudican.
Los negocios en cuestión y que tienen incluidos entre sus consumidores y usuarios a menores con edades cada vez mas tempranas porque los controles gubernamentales no funcionan eficazmente conforme leyes nacionales, provinciales y locales ,- vienen instalados desde hace largo tiempo en Junín.
Esta es mas que una opinión: es un testimonio del conocimiento de los hechos adquirido por haber integrado asociaciones civiles no gubernamentales que actuaron en esta ciudad frente al poder político de turno requiriendo controles efectivos de cumplimiento de leyes provinciales y ordenanzas municipales de prohibición de venta de alcohol y nocturnidad a menores de dieciocho años de edad (“Mujeres por Junín “en la década del 90; “Padres en Acción de Junín” en la del 2000).Y desde las cuales se hicieron denuncias ante la Municipalidad. Y ante Fiscalias judiciales por incumplimientos funcionales. Lo que quiso ser colaboración ciudadana y familiar para preservar la minoridad de consumos nocivos en nuestra ciudad, termino siendo enfrentamiento desigual y en soledad,- con el poder del mercado. Y así estamos.
A estas fuentes remito para afirmar que el consumo de alcohol y nocturnidad descontrolada viene siendo ofertado comercialmente a menores de edad desde hace largo tiempo en Junín. Agravado con el de drogas, en cualquier lugar y hora.
Y sin respuesta efectiva de los responsables de los controles establecidos por la normativa legal, conforme lo prueba la realidad de estos tiempos, con aumento creciente del problema, y daño ambiental.
La responsabilidad directa es de quienes tienen las atribuciones públicas para hacer cumplir las normas legales vigentes en sus respectivas competencias y jurisdicciones.
Por consecuencia no puede ser evadida bajo ningún justificativo, porque es obligación ineludible en el ejercicio de las funciones publicas.
No hacerlo equivale a incumplimiento. Es consentir- por silencio u omisión,-que la inseguridad pública crezca por la oferta comercial impune de alcohol y drogas a cualquier hora y en cualquier lugar de nuestra ciudad, con el resultado de violencia de público conocimiento.
Realidad que nos pone hoy frente a la insalubridad del sometimiento a esos consumos adictivos que afectan la integridad de la persona con daños físicos, intelectuales, y morales irreversibles llevándolos a las peores de las pérdidas: la de los valores, la libertad y la dignidad humanas. Y ahora, extendido esos daños a la comunidad por los actos de violencia y peligrosidad en conductas delictivas al límite de alterar la tranquilidad social y vida sana de la ciudad.
La oferta de alcohol y droga en Junín es de público conocimiento.
Y si bien es cierto que el consumo se da a cualquier edad, lugar, y hora –la situación de riesgo social de menores captados por estos negocios es una realidad que deben enfrentar los padres, la participación ciudadana y el poder político,- diciendo toda la verdad de lo que esta pasando.
Y accionar para revertirla: porque esta dañando la salud de nuestros menores y es foco de inseguridad publica.
El consumo de drogas (pegamentos, marihuana, cocaína, alcohol,) por menores en edades cada vez mas tempranas (trece, catorce años),-es constatable en los Centros públicos de tratamiento locales.
Entonces, estas adicciones deben ser eficazmente combatidas para cuidado y protección de la salud pública.
Para no llegar a ellas, es imprescindible la prevención.
Y si bien es cierto que son múltiples los factores que conforman la inseguridad, el consumo de drogas esta entre los que establece el descontrol de las acciones al tiempo de analizar la peligrosidad de la violencia urbana con menores de edad como protagonistas victimas o victimarios.
Para revertir esta realidad, de todo esto debe hablarse públicamente: pero sobre todo, debe cambiar el orden de los factores priorizando el bienestar general.
En ese cambio, la responsabilidad es de todos: la participación ciudadana y la familia, deben tomar parte para demandar a los responsables gubernamentales hacer cumplir el ordenamiento legal que expulsa todo accionar violatorio de los derechos humanos, sociales y de incidencia colectiva como es la venta de alcohol, drogas, y nocturnidad a menores de dieciocho años de edad.
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Frente a los distintos factores que interaccionan en el tejido social - hoy notoriamente dañado por la inseguridad y la violencia delictiva, se habla muy poco - salvo honrosas excepciones - de la insalubridad instalada en nuestra comunidad por la venta de alcohol , drogas, y nocturnidad a menores de dieciocho años de edad bajo la apariencia de componentes necesarios de distracción para esa etapa de la adolescencia a la que ingresan con la ilusión incontaminada y desprevenida que los hace fáciles de atraer. Y seguros de retener en el tiempo, por el sometimiento al consumo que las adicciones instalan en la persona humana.
Los intereses económicos que las comercializan han pretendido justificar la oferta presentándola engañosamente como “costumbre” social, desmentida por el ordenamiento legal que exige para darle vigencia, que la costumbre tenga causa legitima. La venta de alcohol, droga y nocturnidad a menores de dieciocho años de edad esta expresamente prohibida por las leyes vigentes. Es ilícita: como tal, no puede ser causa de derechos comerciales.
Esta incultura de noche y consumos nocivos por menores de edad- dentro de la cual son victimas y victimarios de las violencias más cruentas e impredecibles- es necesario revertir a la hora de hablar de “inseguridad” en todos los frentes.
Porque a tan corta edad, encuentran encubiertamente abierto el camino a las adicciones a través de negocios asentados sobre esos consumos. Y diversión nocturna en horarios salidos de todo razonamiento y sentido común que los legitime, incluido el incumplimiento de la normativa legal que pone la responsabilidad de los controles preventivos sobre los gobiernos municipal, provincial, y nacional.
De todo esto no solo es necesario hablar (que no deja de ser bueno),- sino que es imprescindible hacer cumplir las leyes nacionales, provinciales y Ordenanzas municipales para prevenir la inseguridad,- y proteger la salud publica de nuestra comunidad. O reformar las normas que la perjudican.
Los negocios en cuestión y que tienen incluidos entre sus consumidores y usuarios a menores con edades cada vez mas tempranas porque los controles gubernamentales no funcionan eficazmente conforme leyes nacionales, provinciales y locales ,- vienen instalados desde hace largo tiempo en Junín.
Esta es mas que una opinión: es un testimonio del conocimiento de los hechos adquirido por haber integrado asociaciones civiles no gubernamentales que actuaron en esta ciudad frente al poder político de turno requiriendo controles efectivos de cumplimiento de leyes provinciales y ordenanzas municipales de prohibición de venta de alcohol y nocturnidad a menores de dieciocho años de edad (“Mujeres por Junín “en la década del 90; “Padres en Acción de Junín” en la del 2000).Y desde las cuales se hicieron denuncias ante la Municipalidad. Y ante Fiscalias judiciales por incumplimientos funcionales. Lo que quiso ser colaboración ciudadana y familiar para preservar la minoridad de consumos nocivos en nuestra ciudad, termino siendo enfrentamiento desigual y en soledad,- con el poder del mercado. Y así estamos.
A estas fuentes remito para afirmar que el consumo de alcohol y nocturnidad descontrolada viene siendo ofertado comercialmente a menores de edad desde hace largo tiempo en Junín. Agravado con el de drogas, en cualquier lugar y hora.
Y sin respuesta efectiva de los responsables de los controles establecidos por la normativa legal, conforme lo prueba la realidad de estos tiempos, con aumento creciente del problema, y daño ambiental.
La responsabilidad directa es de quienes tienen las atribuciones públicas para hacer cumplir las normas legales vigentes en sus respectivas competencias y jurisdicciones.
Por consecuencia no puede ser evadida bajo ningún justificativo, porque es obligación ineludible en el ejercicio de las funciones publicas.
No hacerlo equivale a incumplimiento. Es consentir- por silencio u omisión,-que la inseguridad pública crezca por la oferta comercial impune de alcohol y drogas a cualquier hora y en cualquier lugar de nuestra ciudad, con el resultado de violencia de público conocimiento.
Realidad que nos pone hoy frente a la insalubridad del sometimiento a esos consumos adictivos que afectan la integridad de la persona con daños físicos, intelectuales, y morales irreversibles llevándolos a las peores de las pérdidas: la de los valores, la libertad y la dignidad humanas. Y ahora, extendido esos daños a la comunidad por los actos de violencia y peligrosidad en conductas delictivas al límite de alterar la tranquilidad social y vida sana de la ciudad.
La oferta de alcohol y droga en Junín es de público conocimiento.
Y si bien es cierto que el consumo se da a cualquier edad, lugar, y hora –la situación de riesgo social de menores captados por estos negocios es una realidad que deben enfrentar los padres, la participación ciudadana y el poder político,- diciendo toda la verdad de lo que esta pasando.
Y accionar para revertirla: porque esta dañando la salud de nuestros menores y es foco de inseguridad publica.
El consumo de drogas (pegamentos, marihuana, cocaína, alcohol,) por menores en edades cada vez mas tempranas (trece, catorce años),-es constatable en los Centros públicos de tratamiento locales.
Entonces, estas adicciones deben ser eficazmente combatidas para cuidado y protección de la salud pública.
Para no llegar a ellas, es imprescindible la prevención.
Y si bien es cierto que son múltiples los factores que conforman la inseguridad, el consumo de drogas esta entre los que establece el descontrol de las acciones al tiempo de analizar la peligrosidad de la violencia urbana con menores de edad como protagonistas victimas o victimarios.
Para revertir esta realidad, de todo esto debe hablarse públicamente: pero sobre todo, debe cambiar el orden de los factores priorizando el bienestar general.
En ese cambio, la responsabilidad es de todos: la participación ciudadana y la familia, deben tomar parte para demandar a los responsables gubernamentales hacer cumplir el ordenamiento legal que expulsa todo accionar violatorio de los derechos humanos, sociales y de incidencia colectiva como es la venta de alcohol, drogas, y nocturnidad a menores de dieciocho años de edad.
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