“A mi tía la mataron para usurparle la casa”. Lo dice Cristian Villanueva, el sobrino que fue a vivir al chalé de Lucía Oriol para que no lo ocupen. El caso, aún sin detenidos. La anciana, de 87 años, fue asesinada a golpes y después la quemaron.
El colchón quemado donde encontraron el cuerpo de Lucía Oriol, la vecina de 87 años asesinada a golpes, maniatada y prendida fuego el martes 3 en su casa de Morón, descansa en el jardín de lo que era su vivienda, en Castelli al 1100.
A 11 días de su muerte, en el lugar volvió a verse movimiento: un sobrino de la víctima se instaló en la casa, pero el caso sigue siendo un misterio y están investigando a su entorno. “A mi tía la mataron para usurparle la casa. Ahora lo único que quiero es que ella descanse en paz”, sostuvo Cristian Villanueva, de 27 años, que desde el fin de semana busca en la casa alguna pista sobre lo que le sucedió a su tía.
Luci, como la conocían en el barrio Aviación de Morón Sur, vivía sola en un chalé que había heredado de su marido, un ex policía que ella cuidaba y con quien, según los vecinos, se habría casado poco antes de que enfermara y muriera para heredar la vivienda. En el fondo hay otra casa donde vive Juan Carlos, un inquilino que, como está medicado, aseguró no haber escuchado nada la mañana del asesinato.
“Esto es muy triste. No lo podemos creer. Parece que entraron por la terraza tras romper la claraboya del baño porque encontramos el vidrio todo roto. La puerta de atrás, que da al jardín, también estaba forzada. Lo raro es que lo único revuelto era su habitación y la parte de atrás del hogar-chimenea, que estaba salida de su lugar”, describió Villanueva, que desde el fin de semana está cuidando la casa con su esposa y sus dos hijos. “Cuando supimos no lo podíamos entender. ¿Cómo alguien puede tener tanta maldad? Hacía años que no teníamos un trato diario con la tía, pero nos avisó su hermano, que también es un hombre grande y vive en Los Toldos, un pueblito cerca de Junín”, explicó el sobrino. Junto con su hermano mayor, Luis Alfredo, de 31 años, son los únicos familiares que los investigadores pudieron contactar.
Aunque el caso sigue siendo un misterio, el secretario de la Fiscalía General de Morón, Rolando Vinciguerra, precisó la causa de la muerte: “Al hacer la autopsia se confirmó que la causa de la muerte fue un golpe en la cabeza. Después incendiaron el lugar. Podría haber sido para borrar huellas. La fiscalía N°2, a cargo del caso, todavía no descarta ninguna hipótesis”. El caso no tiene detenidos.
En el dormitorio de Oriol perdura el olor a quemado. Todavía hay pelos chamuscados, restos de ropa y basura. El resto de la casa está desarmada y los dos sobrinos de Oriol encontraron una especie de diario en el que la vecina escribía cotidianamente. “Ultimamente estaba un poco perdida, pero en esos papeles plantea problemas con vecinos y hasta denuncia que le quisieron robar. Hace algunos años la habían encerrado en el baño para robarle $ 25 mil. Mi tía vivía asustada, todas las ventanas tenían alambre de púa, en las puertas había candados y trabas de seguridad y encontramos bolsas de llaves y trabas que ya no usaba”, indicó Villanueva.
Y agregó: “Nos dijeron que algunos se aprovechaban y le cobraban por cualquier cosa o que a veces ella se enojaba e insultaba a los que pasaban por la calle. De cualquier forma, es todo muy raro”, cierra el sobrino.
La casa de Castelli 1169. Dicen que entraron por una claraboya y por el fondo para matarla. |
El colchón quemado donde encontraron el cuerpo de Lucía Oriol, la vecina de 87 años asesinada a golpes, maniatada y prendida fuego el martes 3 en su casa de Morón, descansa en el jardín de lo que era su vivienda, en Castelli al 1100.
A 11 días de su muerte, en el lugar volvió a verse movimiento: un sobrino de la víctima se instaló en la casa, pero el caso sigue siendo un misterio y están investigando a su entorno. “A mi tía la mataron para usurparle la casa. Ahora lo único que quiero es que ella descanse en paz”, sostuvo Cristian Villanueva, de 27 años, que desde el fin de semana busca en la casa alguna pista sobre lo que le sucedió a su tía.
Luci, como la conocían en el barrio Aviación de Morón Sur, vivía sola en un chalé que había heredado de su marido, un ex policía que ella cuidaba y con quien, según los vecinos, se habría casado poco antes de que enfermara y muriera para heredar la vivienda. En el fondo hay otra casa donde vive Juan Carlos, un inquilino que, como está medicado, aseguró no haber escuchado nada la mañana del asesinato.
“Esto es muy triste. No lo podemos creer. Parece que entraron por la terraza tras romper la claraboya del baño porque encontramos el vidrio todo roto. La puerta de atrás, que da al jardín, también estaba forzada. Lo raro es que lo único revuelto era su habitación y la parte de atrás del hogar-chimenea, que estaba salida de su lugar”, describió Villanueva, que desde el fin de semana está cuidando la casa con su esposa y sus dos hijos. “Cuando supimos no lo podíamos entender. ¿Cómo alguien puede tener tanta maldad? Hacía años que no teníamos un trato diario con la tía, pero nos avisó su hermano, que también es un hombre grande y vive en Los Toldos, un pueblito cerca de Junín”, explicó el sobrino. Junto con su hermano mayor, Luis Alfredo, de 31 años, son los únicos familiares que los investigadores pudieron contactar.
Aunque el caso sigue siendo un misterio, el secretario de la Fiscalía General de Morón, Rolando Vinciguerra, precisó la causa de la muerte: “Al hacer la autopsia se confirmó que la causa de la muerte fue un golpe en la cabeza. Después incendiaron el lugar. Podría haber sido para borrar huellas. La fiscalía N°2, a cargo del caso, todavía no descarta ninguna hipótesis”. El caso no tiene detenidos.
En el dormitorio de Oriol perdura el olor a quemado. Todavía hay pelos chamuscados, restos de ropa y basura. El resto de la casa está desarmada y los dos sobrinos de Oriol encontraron una especie de diario en el que la vecina escribía cotidianamente. “Ultimamente estaba un poco perdida, pero en esos papeles plantea problemas con vecinos y hasta denuncia que le quisieron robar. Hace algunos años la habían encerrado en el baño para robarle $ 25 mil. Mi tía vivía asustada, todas las ventanas tenían alambre de púa, en las puertas había candados y trabas de seguridad y encontramos bolsas de llaves y trabas que ya no usaba”, indicó Villanueva.
Y agregó: “Nos dijeron que algunos se aprovechaban y le cobraban por cualquier cosa o que a veces ella se enojaba e insultaba a los que pasaban por la calle. De cualquier forma, es todo muy raro”, cierra el sobrino.