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Nito, un ciruja nacido en Ascensión que llegó a ser presidente de Tigre

Alegre, jovial y feliz. Así lo descubre uno a Luis Pedro San Andrés, a pesar del cargo que ocupó, siempre se mantuvo trabajando en su actividad.



“Ser ciruja es comprar y vender cosas. Pero también implica ser vivo, saber administrar, progresar y no gastar lo que no tenés”, analiza Nito a su profesión de toda la vida.
Entrevistarlo es meterse de lleno en la vida de un hombre de 81 años que aprendió en la calle lo que no pudo en la escuela, a la que solo fue 3 años de primaria. Nito, apodo que nació del diminutivo de nenito, nació en Ascensión; ayer pueblo, hoy ciudad del partido de General Arenales.
De pequeño siguió las enseñanzas de Pedro, su padre, quien le dijo una vez: “Ningún hijo mío nació para ser peón. Si usted quiere ganar plata, trabaje por su cuenta”. Y así fue que junto a uno de sus tres hermanos (Pichón, Tinacho y Petiso) se fueron al puerto de frutos a recoger, como les decía su padre, la fruta que caía de los barcos.
Luego de pescarlas, lavarlas y ponerlas en unos canastos, se subían al tren y las vendían por  Olivos y Vicente López. “Yo fui solo tres años a la escuela, cuando vivía en Ascensión, y no faltaba nunca. Iba a caballo aunque lloviera –recuerda–. Después trabajé en el campo junto a mi papá. Y con mis amigos juntábamos monedas de cinco o diez centavos para comprar los diarios y revistas que dejaba el ferrocarril. Así nos instruíamos leyendo historias como la de Sandokán y conocíamos lugares como la India, a través de esas lecturas”.
Cuando se pudo comprar un carrito salía a pedir, no a comprar. Y cuenta, también, que hacía changas como cortar el pasto o arreglar alguna vereda y, de paso, le pedía a la gente las cosas que tenían tiradas.
Así arrancó su vida de ciruja. En la época donde no había cosecha en el campo, juntaba huesos con su padre y los mandaban a Buenos Aires, donde los molían y enviaban a Europa. “Mi papá nació ciruja, vivió diez años sin trabajar. Jugando a las bochas los pelaba a todos”, recuerda Nito en la cocina del local que hace las veces de oficina para atender a las personas. Allí trabaja junto a Pedro, su hijo. Su amor por Tigre “Este será el año de Tigre. Siento que vamos a salir campeones o que alguna copa vamos a ganar”, arremete Nito cuando comienza a hablar del club de sus amores.
Pero empecemos por el comienzo, corría el año 1956 cuando la familia San Andrés cambió el campo por la ciudad. “Vinimos a vivir a Tigre cuando yo tenía 17 años. Fue un día jueves, y el domingo fui a la cancha. Fue la primera vez que veía un partido de fútbol. Y me enamoré de Tigre para toda la vida. Imagínate que en el campo uno veía los equipos de ahí nada más. No recuerdo contra quién jugó Tigre, pero de la formación no me olvido más…”. Y la repite de memoria: “Rugilo; Gaggino y Bores; Gianserra, Brunetti e Hidalgo; De Bourgoing, Méndez, Cesáreo, Simer y Gómez”. Esos 11 Matadores forman parte de las tantas fotos que tiene Nito en su negocio de la calle Juan B. Justo (ruta 197) 1260, de la localidad de Tigre.
“¡Cómo jugaba Tucho Méndez!”, exclama. “Y eso que vino de grande a Tigre. Mamita, qué jugador. Y Rugilo fue una gloria para el club”, rememora y afirma que la mejor línea media que vio fue la de ese año cuando la camiseta del Matador se le tatuó en la piel para siempre.
Desde mediados del 2014, el polideportivo del club lleva su nombre. Algo por lo que luchó y se brindó toda su vida buscando darles contención a los chicos de la villa para que jueguen al fútbol y se alejen de las drogas. “Es una emoción muy grande y me hace feliz. Jamás hice algo pensando en una devolución. Yo doy. Toda mi vida hice cosas por el club. Ponía materiales, chapas, un tanque de agua, ayudé siempre sin pedir nada. E incluso, a veces, tuve peleas con mi mujer”, cuenta.
Nito siempre cooperó con el club sin formar parte de ninguna comisión hasta que Sergio Massa lo fue a buscar una noche a su casa para proponerle la candidatura a presidente. Y Nito ganó por afano: con casi el 80% de los votos. Bajo sus dos mandatos del 2004 al 2010, Tigre vivió su época dorada, aunque sin títulos.
“Massa le hizo muy bien a Tigre. Al club y al municipio. La noche que me vino a buscar me propuso que sea el presidente y que él me iba a brindar todo su apoyo, consiguiendo sponsors para los ingresos del club”, recuerda el ex mandatario. “Yo lo quiero mucho a Sergio porque hizo muchas cosas, más allá de las diferencias políticas que otros puedan tener, los hechos son los hechos y él ayudó a que eso se concrete”.
Nito San Andrés tiene la humildad de los grandes. Un hombre que siempre dio todo sin esperar nada. Que incluso se peleó con Dios, como cuando quedó viudo, pero, como dice él: “En el fondo de mi corazón sé que Dios existe. Alguna vez lo he puteado y creo que ha sido humano, como un Maradona o un Messi, pero más grande que ellos”.
En un ambiente viciado por dirigentes corruptos, Nito es un ejemplo de honestidad.
Y hacen falta muchos Nito para que la pelota no se siga manchando.

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